FUNDACIÓN
Un
difícil comienzo
Las
labores administrativas del primer Rector,
Don Tulio Ramírez, comenzaron con
la búsqueda de las partidas presupuestales
no causadas, logrando conformar el modestísimo
presupuesto de cuarenta y seis mil seiscientos
ochenta pesos ($46.680.00) que garantizaban
el funcionamiento inicial de la institución.
Las matrículas se realizaron en el
Salón de Sesiones de la Asamblea
Departamental: diez y ocho alumnos de la
Escuela de Comercio Superior y Administración
de Negocios, que fue suprimida en 1950.
Diez y nueve de la Escuela de Enfermería,
en el Hospital Infantil Club Noel suprimida
también en 1950 y reestablecida en
1952, y setenta y seis del Colegio Femenino
de Segunda Enseñanza, separado de
la Universidad en 1953, hoy Liceo Departamental
Femenino. En la Facultad de Agronomía,
la matrícula fue de cuarenta y siete
alumnos que venían de la Escuela
Superior de Agricultura Tropical. Esta última
fue incorporada a la Universidad Nacional
y trasladada a Palmira, en enero de 1946.
En
1949 existían la Escuela de Enfermeras
Hospitalarias, la Facultad de Comercio Superior,
la de Ingeniería Química que
nació con el nombre de Facultad de
Química y por petición de
su alumnado cambió su pensum y su
nombre por el de Ingeniería Química,
la de Ingeniería Eléctrica
y la de Arquitectura.
Don
Tulio Ramírez sacó la Universidad
de la nada y organizó el comienzo
de la
docencia universitaria en una ciudad donde
no había profesores de nivel superior:
tenía que dirigir, administrar, luchar
incansablemente por el presupuesto, velar
por la eficacia de la docencia, interesar
a las autoridades departamentales y municipales
en la obra universitaria y dedicar tiempo
y esfuerzo en la búsqueda de un patrimonio
y de una sede para la universidad, pues
constantemente los locales de escuelas,
facultades y de oficinas administrativas
se tornaban insuficientes.
El
segundo rector fue el Dr. Hernán
Cruz Riascos, quien estuvo al frente de
la rectoría por ocho meses. Luego
vino una especie de receso en el desarrollo,
pues la joven entidad sufrió las
consecuencias de los cambios políticos
en el gobierno. En esta ingrata época
no se soñaba siquiera que podría
lograrse la autonomía universitaria.
En 1950 era inminente el cierre de la desconocida
casa de estudios, el angustioso lapso de
espera tuvo su premia al llegar a la Dirección
de Educación Departamental el doctor
Diego Velasco Hoyos, quien mostró
interés por la desfalleciente institución.
De
ese aciago tiempo hay que recordar que únicamente
la tenacidad y la paciencia de unos pocos
funcionarios como el Decano de Arquitectura
Marino Ramírez Borja, del de Ingeniería
Luis Naranjo Solís, Elva Ortiz y
de los pocos empleados, que se podían
contar con una mano, evitaron que se dictara
medida condenatoria. Como nuevo rector fue
designado el Dr. Carlos Arturo Cabal.
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